Por: Eva L. Prados Rodríguez[i][ii], abogada con una Maestría (LLM) en Derecho Internacional de los Derechos Humanos y Género e integrante fundadora de ANDA, Inc.
Existen muchos espacios de convergencia que no han sido explorados entre los derechos humanos de las mujeres y la protección del medio ambiente en Puerto Rico. Dos grupos sociales que han logrado cierta visibilidad, legitimidad y permanencia son los movimientos ambientalistas y feministas, con sus respectivas agendas de activismo. Ambos han tenido un fuerte liderato femenino y en sus discursos adoptan argumentos de derechos humanos y justicia social, sin embargo, son pocos los espacios donde estos grupos se han unido en una agenda en común.
En los Estados Unidos un tema que en los últimos años esta uniendo al movimiento feminista y de justicia ambiental es la importancia de los derechos reproductivos frente a las políticas de crecimiento poblacional y de desarrollo. Un artículo reciente publicado, en ocasión del Día de la Tierra en el Huffington Post y titulado “Celebrate Earth Day: Invest in Women”, discutió la importancia de mejorar el acceso a programas de planificación familiar para las mujeres con el objeto de aminorar el impacto ambiental del crecimiento poblacional en los Estados Unidos.
“Girls and women are more likely to be educated when they can access contraception. When girls and women are educated and active in their communities, they boost entire economies. And it will help families and communities be more resilient to the problems that climate change is already causing.”
-John Seager, Population Connection
Un importante referente a mirar en este tema es el Programa de Acción adoptado en la Conferencia Internacional sobre la Población y Desarrollo (CIPD), también llamado “El Consenso del Cairo de 1994”. [iii] Dicha conferencia internacional se caracterizó por reconocer que sólo con el apoderamiento de las mujeres y avanzando en la equidad de género lograremos un desarrollo sustentable y la promoción de un ambiente saludable. Esta transformación se debió en gran parte a la notable influencia ejercida por las organizaciones no gubernamentales (ONG), especialmente grupos de mujeres de todo el mundo, en los preparativos de la CIPD y la redacción del Programa de Acción y en la propia CIPD[iv].
Género, población y desarrollo
El concepto “género” se utiliza como categoría analítica para evaluar cómo los roles sociales asignados culturalmente al hombre y a la mujer y las relaciones desiguales de poder entre ambos sexos tienen -o no- efecto en el disfrute, uso y administración de los recursos naturales.[v] Como resultado, la perspectiva de género se ha convertido en un elemento transversal en las políticas y programas internacionales en temas de desarrollo sustentable, medio ambiente y derechos humanos con el propósito de poner a las mujeres dentro de la agenda medioambiental .[vi]
El crecimiento y distribución espacial de la población tiene repercusiones sobre el medio ambiente y el desarrollo humano sostenible, así como lo que sucede con el medio ambiente tiene incidencia en el bienestar de la población[vii]. En el pasado, por la relación directa que existe entre crecimiento poblacional y el uso de los recursos, los gobiernos han adoptado políticas de control poblacional que ha resultado en violaciones a los derechos humanos de ciertas comunidades, en particular de las mujeres. Por ejemplo, en muchos casos estas políticas terminaron siendo utilizadas en contra del derecho a decidir de las mujeres sobre su salud reproductiva, imponiéndole discriminatoriamente métodos de anticoncepción ––como la esterilización forzada ––y contra aquellos grupos socialmente vulnerables; como mujeres indígenas, inmigrantes, afrodescendientes y pobres. Las mujeres puertorriqueñas fuimos también víctimas de políticas de este tipo por parte de los Estados Unidos en los años ‘60 y ‘70.[viii]
Sin embargo, se ha observado que el apoderamiento de las mujeres, su acceso a niveles superiores de escolaridad y el libre acceso a métodos de planificación familiar provocan cambios voluntarios en el comportamiento reproductivo de la población, especialmente en las mujeres. Es decir, en países donde las mujeres tienen mayor acceso a educarse y, por tanto, el nivel de alfabetismo de la mujer es mayor, la tasa de fecundidad baja considerablemente. Esto ha favorecido la difusión de un modelo de familia balanceado, controlando el crecimiento poblacional, lo que su vez ha afectado directamente el nivel de aprovechamiento de los recursos naturales, el impacto ambiental y los modelos de planificación urbana y rural.
El Consenso del Cairo 1994
Pero el crecimiento poblacional no es la única variable con impacto en el mejor uso de nuestros recursos naturales. El 13 de septiembre de 1994, al concluir en el Cairo la CIPD, 184 gobiernos llegaron a un consenso sin precedentes para un Programa de Acción a 20 años encaminado a lograr un equilibrio entre la población del planeta y los recursos naturales. Dicho plan suponía ampliar la comprensión del concepto de “población” al integrar las políticas relativas a la población con las políticas de desarrollo[ix]. Por ejemplo, se reconoció que el mayor deterioro ambiental no es solo resultado del crecimiento poblacional de los países con economías más pequeñas, sino que también está influenciado por las pautas de consumo, producción y el desarrollo económico desmedido de naciones con economías más fuertes.[x]
“los factores demográficos, junto a la pobreza y la falta de acceso a los recursos en algunas regiones, pautas de consumo excesivo y de producción derrochadora en otras, provocan o agudizan los problemas de degradación del medio ambiente y agotamiento de recursos y, por ende, impiden el desarrollo sostenible”
– Programa de Acción del Cairo
En este instrumento programático internacional los seres humanos son el elemento central de cualquier política de desarrollo. Además, el derecho al desarrollo humano y el derecho a la salud se adoptan como derechos universales e inalienable y partes integrantes de los derechos humanos fundamentales. El Consenso del Cairo de 1994 también logró que los gobiernos del mundo reconozcan la importancia de un medio ambiente saludable y la satisfacción de las necesidades básicas de una población como parte de sus políticas de desarrollo.[xi]
A tenor con ello, a nivel internacional los países reconocieron la necesidad de adoptar nuevas políticas de desarrollo diseñadas para eliminar la pobreza, lograr la equidad, respetar los derechos humanos y proteger el medio ambiente.
Además, por primera vez, la salud reproductiva y sexual de las mujeres fueron temas centrales de un acuerdo internacional sobre población y desarrollo[xii]. En el Consenso del Cairo se reconoce el derecho de las mujeres a servicios de salud integral de calidad, incluyendo los relativos a su salud sexual y reproductiva y la importancia del acceso a servicios de aborto en condiciones adecuadas.
Así, se reconoció ampliamente que los defectos en el diseño y la ejecución de los programas de planificación familiar han entorpecido el logro de una mejor calidad de vida y la conquista de las metas poblacionales para el uso más eficiente de los recursos. También se rechazaron fuerzas políticas y religiosas “fundamentalistas” que obstaculizaban los esfuerzos por reducir y eliminar las graves desigualdades existentes entre niñas y niños y mujeres y hombres como barreras para su desarrollo.[xiii]
Otro aspecto importante del Consenso del Cairo es que se reconoce expresamente el derecho de nuestras niñas y adolescentes a recibir educación y servicios de salud reproductiva y sexual. La educación y apoderamiento de nuestras niñas presentaba ser un elemento necesario en su habilidad para tomar decisiones sobre sus cuerpos y su fecundidad evitando embarazos prematuros, barrera para su desarrollo. También se dio énfasis a la responsabilidad de los hombres por su propio comportamiento sexual, su fecundidad, la transmisión de enfermedades de transmisión sexual y el bienestar de sus compañeras y de los hijos e hijas que procrean.
Gracias al Programa de Acción del Cairo los gobiernos apoyaron una amplia gama de políticas y programas para abordar las complejas relaciones entre género, consumo, desarrollo económico y población, concluyendo que mejores políticas de salud, el fomento de la autonomía de las mujeres en la vida política, social, económica y cultural y los derechos humanos de todos y todas son elementos fundamentales del desarrollo sostenible en todo el mundo[xiv].
Puerto Rico 2013: ¿Dónde estamos nosotros?
El Consenso del Cairo puso a las mujeres como sujetas de derechos y su salud reproductiva como elementos claves para el desarrollo balanceado de los países. ¿Cómo estamos en Puerto Rico con relación a estos temas?. Lamentablemente, los datos disponibles no presentan un escenario positivo.
La isla muestra una seria situación de pobreza y violencia en la que las mujeres seguimos llevando la peor parte. No sólo somos el principal grupo bajo niveles de pobreza actualmente[xv], sino que las próximas generaciones de jóvenes féminas continuarán enfrentando esta situación debido a las pobres políticas gubernamentales existentes en materia de derechos reproductivos y educación sexual.
El embarazo en adolescentes es un indicador reconocido en la feminización de la pobreza de Puerto Rico[xvi]. Mientras nuestras niñas estén expuestas a enfrentar un embarazo a tempranas edades, su salud, futuro educativo y desarrollo económico se verán en riesgo. Pese a que nuestras niñas y jóvenes también tienen un derecho constitucional al uso de métodos de planificación familiar y anticonceptivos, no tienen en la práctica acceso libre a los mismos. Además, la mayor parte de las clínicas de planificación familiar en la isla exigen consentimiento de los padres en la atención y orientación de jóvenes menores de edad, con contadas excepciones como son las Clínicas de ProFamilia.
A su vez, el Departamento de Educación sigue apostando a programas de educación sexual enfocados principalmente en la abstinencia que han probado no ser efectivos en la prevención de embarazos de adolescentes. Asimismo, urge la implantación de un currículo con perspectiva de género que permita a nuestras niñas y jóvenes ser educadas fuera de estereotipos sexistas que no reconocen su derecho humano a desarrollar todas sus capacidades y ser una actora activa y autónoma en su comunidad.
La protección de nuestro ambiente y el desarrollo económico sustentable requieren el reconocimiento y ejercicio de los derechos humanos de todos, y en particular de las mujeres. El apoderamiento de las mujeres y la equidad de género han sido y seguirán siendo elementos indispensables para alcanzar el mejor desarrollo para el beneficio de todos y todas. Esto es especialmente vital en lo que respecta a materia reproductiva para que éstas puedan tomar decisiones adecuadas sobre la composición de sus familias que, a su vez, tiene un impacto en la utilización y distribución de los recursos y en el impacto a nuestro medio ambiente.
[i] Esta entrada forma parte de una serie sobre las distintas relaciones entre equidad de género y justicia ambiental.
[ii] La autora es abogada con una Maestría (LLM) en Derecho Internacional de los Derechos Humanos y Género e integrante fundadora de ANDA Inc.
[iii] Fondo de Población de las Naciones Unidas, Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, El Cairo (1994). UN Doc. A/CONF.171/13/Rev.1.
[iv] International Women’s Health Coalition [IWHC], El Consenso de El Cairo: El Programa acertado en el momento oportuno (1995). Disponible en http://www.iwhc.org/storage/iwhc/documents/cairoconsensus-sp.pdf.
[v] http://www.unep.org/gender/data/
[vi] Id
[vii] Lilia Rodríguez, Género, población y medio ambiente (1995) . Disponible en http://www.bvsde.paho.org/eswww/fulltext/pciudada/genero/genero.html.
[viii] Silliman, Fried, Ross, Gutierrez, “Undivided Rights: Women of Color Organize for Reproductive Justice” (2004)
[ix] International Women’s Health Coalition [IWHC], El Consenso de El Cairo: El Programa acertado en el momento oportuno (1995). Disponible en http://www.iwhc.org/storage/iwhc/documents/cairoconsensus-sp.pdf
[x] Fondo de Población de las Naciones Unidas, Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, El Cairo (1994). UN Doc. A/CONF.171/13/Rev.1.
[xi] Id.
[xii] Véase, IWHC, nota VII.
[xiii] Id
[xiv] Id.
[xv]Oficina de la Procuradora de las Mujeres, Estadísticas, http://www.mujer.gobierno.pr/
[xvi] Linda Colón, Pobreza en Puerto Rico: Radiografía del Proyecto Americano (2006).